El tabaco, originario de América, fue uno de los primeros productos que atravesó los océanos y se convirtió en un símbolo de intercambio cultural. Llegó a China en el siglo XVI, en plena expansión marítima y comercial, y pronto despertó curiosidad no solo como planta exótica, sino también por sus usos rituales y medicinales.
En sus primeras décadas en terreno chino, el tabaco fue considerado una sustancia estimulante, capaz de aportar energía y claridad mental. Se consumía en distintas formas; fumado en pipa, inhalado como rapé en polvo fino o incluso combinado con ingredientes aromáticos como especias, flores, almizcle, vino de arroz o azúcar. Este proceso no era improvisado, sino resultado de técnicas de secado y curado que buscaban intensificar su carácter aromático y prolongar su conservación.
Durante la transición entre las dinastías Ming y Qing ( siglos XVI y XVII ), el tabaco pasó de ser un producto extranjero a un elemento profundamente integrado en la vida social china, cargado de moda y simbolismo. Mucho antes de que el cigarrillo moderno irrumpiera como icono de la cultura de masas, el tabaco ya era en China una experiencia sensorial ligada tanto a la intimidad como al ceremonial.
Estas practicas de secado y mezcla, con sus notas dulces, especiadas y florales, generaron un universo olfativo único. Es precisamente en esa tradición donde encuentra la inspiración la nueva creación de Ricardo Ramos; Dànbāgū Royal, una fragancia que traduce siglos de historia en una experiencia olfativa contemporánea y excepcional.
Ricardo Ramos vuelve a sorprendernos, no solo por la maestría en la composición, sino por la fuente de inspiración elegida. Aunque existen numerosos perfumes donde el tabaco es protagonista, ninguno había explorado con tanta originalidad las antiguas técnicas chinas de curado de la hoja, impregnada de flores, especias, azúcar, vino de arroz. Esa mirada histórica y poética convierte esta creación en algo verdaderamente único.
El tabaco en perfumería no huele como un cigarro, suele recrear el aroma de la hoja curada y aderezada, con matices dulces, especiados y ambarados. Esto le da a la fragancia un carácter cálido y acogedor.
Es una nota con mucho cuerpo, que aporta riqueza y densidad a las composiciones. Un perfume con tabaco casi nunca pasa desapercibido, suele ser opulento, con personalidad marcada y un aire sofisticado.
Históricamente, el tabaco estuvo ligado al lujo, al ritual y a la distinción social. Su presencia en un perfume evoca mundos antiguos, bibliotecas con cuero y madera, clubes privados o ceremonias tradicionales.
Con Dànbāgū Royal, Ricardo Ramos propone un viaje olfativo que conecta pasado y presente. Inspirado en las antiguas técnicas de curación del tabaco en China ( donde se consumía en pipa o esnifado molido en forma de rapé, como estimulante aromático), este perfume reinterpreta esa riqueza aromática bajo una mirada actual y sofisticada.
La fragancia abre con un halo luminoso, limpio y vibrante, donde la Caña de Azúcar despliega su dulzura crujiente y cristalina, evocando frescura golosa desde el primer instante. El Vino de Arroz añade un matiz delicadamente afrutado y fermentado, con ecos sutiles que recuerdan a tradición y refinamiento oriental. El Coco aporta un toque cremoso y exótico, suavizando el conjunto con su sensualidad tropical, y por ultimo, el Té Negro introduce una nota aromática y coriácea.
En el corazón late el verdadero protagonista; el Tabaco, profundo y envolvente, acompañado de una paleta de matices especiados y resinosos. El Jengibre Chino aporta un frescor vibrante que contrasta con la densidad de la hoja, mientras que el Benjuí de Siam suaviza el conjunto con su dulzura balsámica y un sutil toque avainillado. El Osmanto Chino despliega su faceta floral y afrutada, aportando luminosidad y exotismo, y finalmente el Clavo introduce un acento penetrante y picante que intensifica la dimensión especiada de la composición. El resultado es un corazón complejo, equilibrado y fascinante, que captura la riqueza aromática de las antiguas mezclas orientales.
En el fondo, la fragancia se despliega con majestuosidad y profundidad. El Oud Rakoku aporta un matiz áspero, penetrante y ligeramente amargo, que otorga fuerza y personalidad a la base. A su lado, el Sándalo de Caledonia se revela cremoso, amaderado y elegante, suavizando las aristas con su calidez envolvente. El Iris Toscano añade un acorde atalcado, floral y limpio, que imprime una dulzura suave y lujosa, equilibrando la intensidad con un velo gourmand. Finalmente, el Almizcle aporta un cierre sensual y limpio, sellando la fragancia con una estela intima, sofisticada y atemporal.
Es una fragancia pensada para estaciones frías o climas frescos, donde puede desplegar toda su riqueza y proyectar con plenitud su esplendor.
Su acorde de tabaco es particularmente especial; cálido y hogareño, recuerda a la dulzura de tabaco en pipa, y esto genera un vinculo emocional que refuerza su atractivo.
Reconozco que me ha sorprendido y me ha fascinado. Ponerse este perfume es envolverse en un halo exótico de misterio, sensualidad y nostalgia que resulta irresistible.
DÀNBĀGŪ ROYAL es una fragancia intensa, cálida, elegante, cautivadora, adictiva y profundamente sensual, que evoca un aire de lujo extremo y al mismo tiempo transmite cercanía.
Es un perfume que abraza, que acaricia y que invita a perderse en su profundidad.
DÀNBĀGŪ ROYAL es un perfume unisex. En mi piel alcanza una duración extraordinaria de 15 horas, proyectando con intensidad y elegancia a lo largo del día.
Se percibe claramente que en su composición se han empleado ingredientes de la máxima calidad, lo cual refuerza su carácter exclusivo y refinado.
Cabe destacar que esta fragancia ha sido elaborada por completo por Ricardo Ramos, lo que refuerza aún más la autenticidad y el sello personal de la obra.
Quiero expresar mi agradecimiento a Ricardo por la generosidad de compartir esta muestra, que me ha permitido descubrir y reseñar una creación tan fascinante.
Comentarios
Publicar un comentario